martes, 25 de octubre de 2011

UN IDEAL ENQUISTADO de CARLOS A. BADARACCO



Con una afonía nocturna,
allá entre las sombras perdidas,
entre los helechos del bosque,
bajo los robles sombríos,
sentado entre los troncos,
con su fusil en la mano,
allí Roberto Leonardo se alejó,
dejando en descanso su ideal.

Guardó su fusil en un costado
y de allí nunca más se movió

quedó esperando a su dueño,
que jamás regresó,
quedó allí con sus ideales,
con su vehemente lucha de muchacho,
un soldado de raíces fuertes
que se incrustaron entre las piedras.

Unos disparos perdidos
entre las sombras del bosque…

Allí mismo creció aquel roble,
con un fusil enquistado,
un fusil que en el tronco
quedó para siempre encajado.

Sí, fue allí mismo donde nació sin duda
aquel roble ardiente,
que en su proclama ferviente
alzó su grito soberano,
murió para los enemigos
pero en nuestro pecho quedó hirviente
aquel grito valiente
que entregó ideales al tiempo...
Jamás habrás de morir
mientras haya una historia
que contar con vehemencia
donde estén muy presentes
tus altos valores de PATRIA.

CARLOS A. BADARACCO
24/10/11

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