(CONTINUACIÓN)
En esta soledad que siento,
aquella que dejaste un día
mi dulce AMADA DE SEDA;
esa solitaria angustia que me obnubila,
que me carcome la vida
que se enquista en mis entrañas
para morirme desde dentro.
Aquella noche del diablo
donde tu vida se apagó
como si fuera una vela
que entregó su alma al cielo;
la misma noche en la que mi cuerpo
se unía al tuyo como si fuese un anillo
que enlazara una vida juntos;
Aquel mismo momento
en que me dejaste entre tinieblas
como esperando un retorno
que nunca más fue concedido;
en ese instante póstumo
que la egolatría del demonio
te apartó de mi vida;
en ese mismo momento
en el que todo se consumía,
¡allí justamente allí!,
quisiera yo partir a tu lado,
volver a vivir a aquel instante,
entregar mi karma al vacío
y volver contigo
a vivir una eterna alabanza
junto al insondable firmamento
donde la luz no descansa.
CARLOS A. BADARACCO
27/9/11
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