El profesor había esbozado un concepto
y al momento los alumnos se exaltaron;
él ya no infundía respeto alguno,
los alumnos lo odiaban por inepto,
se escuchaban insultos y hasta ultrajes
el profesor se sintió como despreciado,
su intelecto le suplicaba paciencia,
su boca lamentaba con simplezas
las horribles groserías emitidas.
En la clase todo era un alboroto,
no existía siquiera aquel respeto
y en la osadía de aquel arrebato adolescente.
la barbarie se levantaba con voz de bestias,
ni las bestias habrían interpretado tal atropello
a la dignidad de un humano que en su derecho
sólo había deslizado un concepto tan humano
como el signo más elemental de nuestra esencia,
aquel que evidenciara la inteligencia y la simpleza,
el profesor escuetamente había nombrado al “AMOR”
como signo universal de la excelencia,
como estigma de unión entre los pueblos.
CARLOS A. BADARACCO
20/10/11
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