miércoles, 5 de octubre de 2011

SEGUIR VIVIENDO de CARLOS A. BADARACCO


 


Acordé ser sincero conmigo mismo esta vez,
explicar este relato que me viene al alma
entre las sombras de una sala oscura, lúgubre.
Llegué un día a mi casa, estaba solo,
Encendí la luz del comedor,
y tropecé con algo,
se escuchó un quejido.
Ante mí la desolación,
un joven tendido en el suelo,
casi perdido en las distancias,
casi sumido en los espacios
como si en su mundo no existiera nada.
Apenas acarició mis piernas,
apenas esbozó una palabra,
presentí que me atraía hacia él,
encendí la luz de la araña que colgaba solitaria,
la sala se iluminó de repente,
el techo resaltó de entre las sombras,
mis escritos desparramados por el suelo,
sentí un frío aterrador,
casi en silencio me agaché,
divisé el cuerpo del infortunado joven,
lo di vuelta, y al ver su rostro quedé pasmado
estaba muerto, ahora estaba como dormido
con una ligera mueca de dolor,
el arma a un costado todavía apoyada en su mano
y el pecho sangrando entre las ropas mostraba un orificio,
lo miré fijamente no podía creerlo
al hacerlo comprobé con terror la verdad
mis ojos ardían, mis lágrimas saltaron de repente
mi piel congelada casi no sentía nada y recordé…
aquella vez, cuando apreté el gatillo
era ya mi hora, había muerto
y en el silencio, seguí viviendo como si nada…

CARLOS A. BADARACCO
4/10/11

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