En cada rostro,
en cada piel que toco,
en cada sudor de frente
hay un niño muriendo;
en cada aire inhalado
hay un sabor a nada,
ni una palabra siquiera,
no hay nombres
hay hechos
hay niños muriendo como desechos.
En este hospital,
en esta sala siniestra,
aquí
hay muerte,
hay una puerta
que se abre,
diez puertas
abiertas
con diez almas
inertes.
y en la ventana más cercana
una luz encendida
para la revisión;
un sol de noche
que alumbra como un silente cautivo
cada fulgor perdido
cada vida dormida.
La muerte manda, y comanda
bajo la helada sala del piso
los cuerpos ya muertos se desatan,
despiertan las alboradas
con un mutismo encendido,
con un olor a piel muerta,
con rostros pálidos como en la nada.
Pasó, pasó la muerte
y se llevó diez vidas
en cada puerta abierta
diez almas dormidas.
CARLOS A. BADARACCO
17/10/11
No hay comentarios:
Publicar un comentario