Reposan los barriles su osadía,
su vino insano, agriado, alterado
que en siniestra bodega agónica espera subsumido
entre los maderos degradantes por sus hongos.
Allí está, como intergaláctico satélite aguardando
una caída mortuoria hacia el silencio entre los alcohólicos asistentes
que en el mutismo, aguardan empacharse con suculenta inmundicia.
Barriles repugnantes, mugrientos, nauseabundos, enervantes,
expuestos ante una multitud de sanguijuelas dispuestas
a succionar aquel viciado fermento de la vida.
¿Y si llevamos este mortuorio impacto de la existencia
y lo comparamos con una sociedad infectada de desvalor?
me pregunto yo y quisiera una respuesta concluyente,
la diferencia entre el desvalor de resultado como evidencia
y el desvalor de acción repugnante del infeliz.
¿cuál de las dos sería degradante
de aquellos valores del hombre en su dignidad?
CARLOS A. BADARACCO
2/10/11
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