Cuando las sombras nocturnas corren disipando los vientos,
entre los oscuros abetos y las tenebrosas alturas
hay un presagio doliente que solloza en las costumbres
y se lanza entre las calles aventurando malicies.
Son los albores de la nada que se encienden como espantos
entre las morales del pueblo, lanzando sollozos tan fecundos
que se vierten entre las oscuras fachadas de las moradas más pobres.
Encierran en su esencia presagios de malos augurios y algunos
de tenebrosas aventuras vividas en noches de locura en el pueblo.
Agoreros espantos se vislumbran y al querer sofocarlos más se entierran
entre supersticiosos hábitos de este pueblo fantasma.
Pululan como encendidas viejas historias que ardieran
por sus espasmos límbicos entre los habitantes del pueblo.
Un gato negro que cruza el camino y que en su sangre carga
vaticinios de lamentos terribles;
un sombrero colgado detrás de la puerta,
con el cuidado de no encimarlo sobre una cama en la noche;
la sal depositada sobre el hombro izquierdo
cortará la cizaña y la enemistad consentida;
Una bestial infamia corre segura entre sombras
como clavando puñales y lanzando fuego a los vientos.
Romper un espejo es un anuncio terrible que obrará en el futuro
sobre una suerte hechizada;
apagar las velas de un soplido seguro dejará atrás los años cumplidos
para pasar a los siguientes sin conflicto alguno;
nadie asegura que la infamia no germine en un cuerpo
para cegar una vida que no se ajuste a los tiempos
Decir “Jesús” ante un estornudo asegura que cualquier enfermedad
se enquiste en la casa;
Las escaleras en el suelo aseguran la suerte para evitar
que Lucifer anide en las almas;
empezar el día con el pie izquierdo, santiguarse al no hacerlo;
Ay, mi querido amigo, que mortuorias son las sombras
que pasan sin advertirlos dejando tendales de estiércol,
ponzoñas que entrega la muerte a su paso por el camino.
Las novias llevaran "algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul",
algo prestado que represente el presente, algo viejo el pasado,
algo nuevo el futuro y algo azul la pureza.
las sombras pernoctan silentes entre la muerte y el espanto
son las viejas hechiceras que lanzan maldiciones siniestras.
Jamás un paragua abierto bajo techo, nunca la casa y el paraguas
mantendrán amistad alguna, el morador estará protegido
sin intervención de una manera o ninguna;
ante la evocación de presagios cruzar los dedos evitará desgracias;
el oro la plata y el ajo evitarán de seguro el maldito mal de ojo.
Se lanzan así, casi sin lamento alguno las costumbres del pueblo
Y así viejo amigo la segura estancia de un futuro apropiado
emergerá entre la claridad de los albores del tiempo.
CARLOS A. BADARACCO
26/9/11
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