La vida,
sujeta de espíritus indulgentes
me lleva hacia la tierra
con mi sur a cuestas
con mis sabores y usanzas,
allí justo detrás de aquel sendero
después de los cerros y las montañas,
como mitigando espacios
se extiende mi suelo bendito.
Entre una cruz de cardinales distancias
y con un Dios encima como adorando,
mi ser, mi esperanza siempre renace
entre las luces de este sol que alumbra caminos.
Allí, en la tierra está el estigma
de la prístina esperanza y la confianza.
En esta extensión bendita está mi Patria
como alzando sus orgullos y plegarias.
¿Por qué morir así entre la nada,
pudiéndonos alzar por encima
de los tiempos con la jactancia
de ser los mismos que fundaron este suelo
con la fuerza de su labor y su constancia?.
CARLOS A. BADARACCO
3/10/11
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