A veces tenemos un grito en el alma
que siempre nos mantiene despiertos,
es justo también callarse cuando ese grito aflora
porque no es un grito de bulla,
es un grito de esencia
que pide socorros al tiempo,
que induce la lucha y la esperanza
Es cierto que me escondo en mí mismo
cuando me proyecto hacia afuera
y también es cierto que al impulsarme
lo haga cubierto en el silencio
Por allí estoy como perdido
en una cueva sin final,
por allí estoy encerrado entre
muros de cemento.
Cuando deseo lanzar mi voz
a los cuatro vientos
es porque el mundo necesita
un grito de puro valor,
pero a veces el grito es tan profundo
que aunque se vuelque al viento
no exige nada del mundo,
por allí es mejor comprender
antes que decir palabras vanas,
quizás no haya deseos
de expresar un grito sin ganas
tal vez, ese llamado del alma
se exprese con el alma misma
y siendo así se proclama
un sentimiento profundo,
un sentimiento que en el mundo
alcanza su máximo rigor
cuando es una sensación auténtica
que nace profunda de la esencia
y se lanza con fuerza voraz
para aguijonear al hombre sin rumbo.
CARLOS A. BADARACCO
7/10/11