¡Ay!, qué lamento profano
nace aquí en mi corazón,
aquel que siendo humano
no puede dejar de alentar
cada rincón de lo mundano
Quise borrarme del mundo
pero mi consciencia atrevida
como sentimiento insolente
me acosa, me invita a despojarme
de lo sensato y formal
para eguir en esta senda
destruyéndome a mí mismo
Arpías tengo delante,
arpías llevo conmigo,
en mi corazón oprimido
sólo las arpías se alimentan,
sostengo un elemento primario
que está en este rincón que visito
son mis principios diabólicos
que me sostienen
vehemente, febril y exaltado.
CARLOS A. BADARACCO
10/8/11
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