El campo fecundo, el trigo soleado,
el viento que peina colinas sagradas.
En los espejos de agua el sol encandila
la bravura del monte,
En las estepas se vierten
las sombras del campo,
y allá en el lejano horizonte
el rocío del alba ya viene asomando.
Sol y bravura, siembra y cosecha
los campos benditos de visten de fiesta.
Pájaros del monte, nidos y bríos
se suman armónicos gorjeos y trinos,
la arboleda arroja furtivos
los rayos de luces que pueblan los prados.
Y allá en la rivera donde el río se alza
cascadas de agua bautizan los lirios,
las flores silvestres se convierten en mantos,
sagrados colores se divisan precoces.
La creación fue perfecta
las cosas se encienden ante la luz y la vida
y nacen silentes espacios y tiempos
que se sumergen ufanos
entre albores y vientos.
CARLOS A. BADARACCO
15/8/11
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