En los confines más distantes de mi vida
dejando muros de crueles osadías,
advierto un mundo amurallado por las penumbras
y entre aquellos guardianes de la muerte
me escurro como el agua entre los dedos.
y en medio de las tinieblas yo pretendo
sembrar la luz de una esperanza, de un anhelo.
es la vida misma la que siempre nos alerta,
con sutil mensaje de alabanza,
suelo de amor y de confianza
nos deja una luz de sana vida
¡oid! los hombres que en su osadía
se dejan llevar por las pasiones,
la existencia cruel en su agonía
se arrojará sin remedio a las vertientes
para ahogarse en el estiércol de la ignorancia
y dejar la luz de la esperanza
bañar con fulgores infinitos a los pueblos
CARLOS A. BADARACCO
1º/7/11
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