Toma mi cuerpo, cíñelo a tu cintura;
vuela como un águila,
en esta noche estival de férreo sexo,
noche de luna y de nostalgias,
melancólica noche de estrellas enamoradas,
sierras de oscuras vertientes anegadas,
de amores furtivos entre las sombras,
suelo de mortajas verduzcas y de negruzcos
ocasos de tinieblas provocantes,
sueños encumbrados por los senderos
que entre las grietas se desgajan como repechos,
y con la luna a cuestas te descubres,
con el olimpo plagado de paganos.
Sutiles mensajes de concupiscencia,
se deslizan entre los montes nocturnos del verano
arrancando colgajos de frutales enamorados
que en su belleza y en sus aromas se delatan.
CARLOS A. BADARACCO
10/7/11
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