Cuando nos subíamos al carrusel
era un mundo fabuloso que nos llevaba
a vivir el ensueño de la felicidad completa.
Las imágenes iban y venían
como metiéndonos en un vaivén de fantasía.
¡Ah! que niñez apasionada,
las marionetas se colgaban enamoradas
y entre hilos danzaban al compás de una armonía.
Un viaje fantástico nos esperaba cada vez que sonaba la melodía
nos llevaba por mundos imaginarios donde el amor siempre renacía.
Felices éramos los niños al vivir detrás de ese universo mágico
en el que la luz del esplendor sostenía un sueño de imágenes y utopías
Hoy el mundo es distinto, los niños ya no viajan por sus sueños,
sucumben desolados en un espacio de pena y dolor, de vicios y corrupción.
Hoy son míseros instantes de aflicción que viven en la calle como danzando
al compás de un frío aterrador que los envuelve y escarnece.
El mundo mítico que vivíamos se transformó en un signo de estupor
que nos degrada en nuestra visión de vivir en un planeta fantástico
de ilusión, alegría y amor.
CARLOS A. BADARACCO
19/8/11
(DERECHOS RESERVADOS)
REGISTRADO EN safeCREATIVE