Un sabio astuto anduvo correteando caminos
y en lo justo de su destino habló con sapiencia el sabio,
afirmó que la vida es bella, que la naturaleza lo demuestra,
que no hay un Dios que no pueda haber creado este mundo
si no es por fe y por principios que vienen directamente del cielo .
Dijo el sabio en su razón que aquel Dios que se precie
de ser un eterno sabedor, omnisciente y presente,
con eterna sabiduría pero consciente de su humildad,
es aquel Dios tan eterno que merezca plena confianza.
Que la sencillez es una virtud que nace siempre en la gente
y que sólo podrá comprender la simplicidad de las cosas
aquel humano consciente que en su infinita bondad
pueda llegar al “otro” con absoluta autenticidad.
Dijo además el sabio que la sencillez no necesita adornos
que es un gran idiota el que pretenda galardones
al creerse un gran versado siendo un necio ignorante,
no es lo mismo ser un ignorante necio que ser un astuto sabedor
comprendiendo con antelación que conocimiento nunca se alcanza
sino que siempre se acerca al concepto pero este siempre avanza.
La sencillez exige un camino directo para evitar malos conceptos
que nacen siempre de los atajos sin salida o de aquellos que son ineptos.
No hay dobleces para el sencillo, él no utiliza disfraces
no se viste de mariposa cuando todavía sigue siendo una oruga,
el camino es siempre lento para entender la natura
se necesita el conocer con una humilde expresión del alma
que busca siempre el saber por un camino seguro
que le otorgue al alma plena el conocer siempre con absoluta calma.
La persona sencilla es fácil de engañar, pero a pesar de su candidez
esconde una argucia, es tan fuerte de carácter que no se lo puede afectar.
La sencillez amigo míos es una virtud de la persona que siempre se debe cultivar
en un rincón del alma y en la profundidad del ser,
entre los jóvenes del mundo, para que venzan el falso orgullo
y alienten siempre el deseo franco y modesto a la hora de cavilar.
CARLOS A. BADARACCO
6/9/11
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