sábado, 10 de septiembre de 2011

LA PUERTA CERRADA de CARLOS A. BADARACCO


 
 
(POEMA GÓTICO)
 
 
El movimiento gótico surge en Inglaterra a finales del siglo XVIII. El renacimiento del gótico fue la expresión emocional, estética y filosófica que reaccionó contra el pensamiento dominante de la Ilustración, según el cual la humanidad podía obtener el conocimiento verdadero y obtener felicidad y virtud perfectas.
En los relatos góticos se advierte un erotismo larvado y un amor por lo decadente y ruinoso. La depresión profunda, la angustia, la soledad, el amor enfermizo, aparecen en estos textos vinculados con lo oculto y lo sobrenatural.  No exige un aporte histórico, simplemente puede describir momentos de una determinada situación que se relacione con lo tenebroso. Algunos autores sostienen que el gótico ha sido el padre del género de terror, que con posterioridad explotó el fenómeno del miedo con menor énfasis en los sentimientos de depresión, decadencia y exaltación de lo ruinoso y macabro que fueron el sello de la literatura romántica goticista.

Cuando se cierra la puerta
la casa se llena de hastío,
sufrientes fantasmas se alienan
en la casa con la puerta cerrada.
Andan los espíritus indómitos
al ver que la puerta se cierra,
se cierra y el silencio brama
en sonidos de mudo hermetismo.

Por las sombras de la sala oscura,
las ánimas emiten sollozos,
son historias de tiempos sin nombre,
pesadillas que perforan los siglos.
La puerta cerrada es la llave,
que despierta recuerdos dormidos
y entre hechos que emiten gemidos
los tiempos no pasan, se mueren.

La puerta se cierra en las noches
y se escuchan vagidos de luto,
son de duelo, de tristes presagios
los silencios que emiten sigilos.
Ni un grito convulsiona el ambiente
los castigos se esbozan perpetuos,
allí, en la sala sombría
un quejido solo se escucha en silencio.

Una gota de agua rebalsa
un florero de mustias camelias,
están como distantes las notas
de las melodías de sesgo secreto,
melodías casi mudas de miedo
que se sienten apenas sin ecos;
así, casi imperceptible se mueven
en un espacio de lúgubre signo,
presurosos los espectros se lanzan
como impávidas sombras siniestras.

Un grito de pronto se escucha
viene de la puerta cerrada
quizás un infausto castigo,
una oculta condena del alma.
Se mueven, las paredes se mueven
parecieran lanzar un mensaje,
un recado que no llega a destino
por un espacio de tiempo vencido.
Se van, se marchan a lugares seguros
los fantasmas traspasan la puerta
y afanosos de buscar otros rumbos
caminan por el espacio sin ruidos.


CARLOS A. BADARACCO
31/8/11

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