Las estrellas desde el firmamento
parecieran repetir en silencio
las mismas palabras de amor
que un día te dije embelesado.
Recuerdo ese momento apasionado
donde mi silencio se llenó de encanto
entre las rosas que en el suelo se cobijaban
del sutil ensueño que ardientes soportaban.
Allí, justamente allí, te dije mi primer ¡te amo!
y en gentil reclamo te abracé
con una adoración enajenada.
Momentos de sublime exaltación
que comprime abruptamente mi delicado corazón
y en medio de la nostálgica ilusión
te veo allí todavía sumergida
en una hermosa conmoción
que envuelve, esposa mía
toda nuestra excelsa emoción.
carlos a. Badaracco
19/08/11
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