jueves, 8 de septiembre de 2011

EN EL FINAL de CARLOS A. BADARACCO




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No tengo tiempo para sandeces,
tu espíritu y el mío no condicen;
se levantan tan fácil del recuerdo
las tonterías sugerentes que has provocado
y en medio de tan procaces idioteces
te apareces a cada instante en mi existencia
Son de muertas pasiones ya apagadas,
las evocaciones de nuestro pasado ya están extintas.
No se levantan los muros del silencio
entre las insolentes locuras cometidas
He sufrido mucho por tu amor, lo reconozco,
sin embargo el tiempo ha obrado según su antojo
y a  la distancia todo lo nuestro quedó sellado
con tapias de acero fundidas en el fuego .

CARLOS A. BADARACCO
16/6/11

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