jueves, 15 de septiembre de 2011

DESDE EL OCASO A LA ALBORADA de CARLOS A. BADARACCO




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Según la mitología griega, una hermosa diosa huyó al bosque asustada y fue a parar a un lugar llamado Loto donde se hundió, lugar llamado así por los supremos dioses destinado para los fracasados y perdedores en la vida. La joven diosa luchó durante siglos y logró salir en forma de una hermosa flor, de largos pétalos. Por ello, para los griegos significaba el triunfo después de haber luchado incansablemente en contra del fracaso.
(LEYENDA)

En un suspiro me deslicé por la barranca,
el barro me llevaba
como resbalando hacia la ribera
allí divisé la orilla del río en la mañana
donde las sombras
se transformaban en luz del día.
En todo el trayecto las cerrazones
me fueron acompañando,
en el campo la neblina
se tornaba más penumbrosa,
eran etéreos momentos
en que la brisa tempranera
iba como azotando mi piel
con el frescor de la mañana.
Los albores iban despertando
sutilmente los bostezos;
desde la niebla que se espesaba
entre los árboles y los arbustos de finas
de largas espinas puntiagudas
una dama se asomó furtivamente
como espiándome en el frescor de la alborada;
desde el anochecer hasta la claridad de la mañana
corría por el campo como azorada,
era una niña con lazo blanco en su cintura
sobre un vestido de gasa blanca como la neblina,
en su cabello una cinta de blanca seda
se asomaba entre sus cabellos ennegrecidos
parecía una aparición, casi un fantasma.
Me preguntaba quién sería aquella dama,
qué presagios agoreros esbozaba.
La luna era testigo de aquel momento
en que la noche entre tinieblas se lanzaba
Avanzaba mi resbalón sobre el barro de la ribera
y en un momento de sorprendente hechizo
la dama se lanzó al agua
como queriendo darse un baño
de luz de luna en la costera;
corrí a su encuentro de improviso
pensando en su muerte injusta y arrebatada
no entendí muy bien aquel ataque de coraje
pero me lancé al agua para auxiliarla
y se hundió sin más en la correntada,
allá iba la niña desesperada
lanzando gritos de socorro desgarradores,
no podía con mis manos sujetarla
se me escapaba de entre los dedos
como el agua y allí, ante mis ojos
aquella niña se ahogaba
y se sumergía entre las aguas
del río durante el alba.
Una flor de loto se asomaba
como queriendo emerger
del agua quejumbrosa
estaba enredada en lazos blancos
y el vestido de la niña acompañaba
aquel fantástico hecho casual y tempranero.
¡qué raro es el destino me decía!
Al tiempo me afirmaron que la dama
era un espectro de la noche oscura,
un ánima que aparecía entre los montes
y cuya vida se había ahogado
en el río un día
Desde el momento mismo de la alborada
una flor de loto siempre emergía entre las aguas
rodeadas por algas blancas
y una maraña de blancos
camalotes la acompañaba.

CARLOS A. BADARACCO
11/9/11

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