No quiero que me expongáis
después de muerto;
no quiero que me lloren
ni tristes, ni hipócritas,
ni aquellos que prefieren
mostrarse compungidos
ante esta historia vieja
que se acaba de consumir.
Más vale quiero que recuerden
las penurias que he vivido
y el amor que les he tenido,
vale más que la farsa
de este momento de oprobio
que la vida nos ha cedido.
Quemadme y arrojadme al puente viejo
donde lloré las tristezas
por haberlos querido tanto
y donde disfruté de los besos
que dulcemente he entregado
a vuestra madre amada.
CARLOS A. BADARACO
06/10/2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario