lunes, 20 de junio de 2011

OPTIMIZAR LA HUMANIDAD de CARLOS A. BADARACCO



OPTIMIZAR LA HUMANIDAD (PROSA)

Es imposible no aceptar las cosas de la vida cuando estas surgen de un modo natural.
Crecer y morir es lo habitual de la existencia, lo importante es cómo se construye durante ese lapso, con qué intención se proyecta la vida. El objetivo es vivir con esperanza, para crecer dejando huellas en su andar, advirtiendo que en ese transcurrir la fe alimentará el espíritu.
Aceptar la realidad es parte del proyecto, pero también transformarla es el ideal; es plantarse con aplomo frente a esa circunstancia para que no nos devore injustamente; y esto incluye el desarrollo de la inteligencia para superarse, valorarse y dar frutos para el futuro.
También comprende autenticidad y madurez frente a las negaciones que le impone la subsistencia, que esconde entre otras cosas: la envidia, el desdén, los prejuicios y la maldad expresada en todas sus formas, pero… “el árbol, durante el otoño perderá todas sus hojas, eso es inevitable, pero nunca dejará de ser árbol” por su esencia, y la esencia no cambia persiste a través de los tiempos, porque, a decir de Platón: es eterna, perfecta, es la entelequia, única, inmutable, real, verdadera; si nuestro saber se edifica sobre estas características podremos alcanzar el conocimiento propiamente dicho. Para llegar a ella, es preciso conocerse a sí mismo y utilizar la razón, tener conciencia de sí es tener conciencia del bien. Dice Sócrates que, “quien se conoce a sí mismo es imposible que obre con malas intenciones, obra inevitablemente bien. Quién obra mal es quien no ‘conoce’, quien no ha emprendido el trabajoso examen de sí mismo hasta descubrir lo que realmente ‘debe saber’ para ser el ‘hombre que debe ser’ ”, “conócete a ti mismo, véncete a ti mismo”. Pero también afirma: “Soy para la ciudad, como un tábano sobre un caballo que necesita ser aguijoneado. Los despierto, los persuado, los reprocho”. Es decir estar despierto para avanzar y no retroceder. Luchar como un cóndor para nunca dejar de elevarse. Es así como el hombre brillará y logrará sus propósitos. Pero también es preciso tener conciencia del “otro”, pues es él quien nos acompañará en esta carrera, es junto a él que debemos luchar para lograr el firme ideal de optimizar esta humanidad

CARLOS A. BADARACCO
6/6/90
(DERECHOS RESERVADOS)

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