Soy de la noche un fantasma
que busca donde guarecer,
de pesares y milagros de amor me alimento
como buzón que alberga mensajes de pasión
y en medio de la ocasión
pretendo divulgar presagiosos sinsabores
que me tocaron recibir en mi largo vivir
Aprendo de la vida,
surjo de las sombras,
albergo las nostalgias de otros tiempos de ilusión.
Transito por las calles
a seis metros en las alturas
observando a las personas
en su lento deambular,
desorientados y sin pensar
que cuitas pasajeras se disponen a sufrir.
Y veo como añoran las marquesinas de los teatros
otros tiempos de brillantes luces
que adornaban su esplendor.
¡Cuántas cosas se han perdido
de la vieja Buenos Aires!,
ambiciones desmedidas
que han pretendido destruir
tradiciones y costumbres
que identifican nuestro sentir.
Fueron hombres ignorantes
que desearon destruir
todo vestigio de saber
que naciera en nuestro país.
Las calles, los cines, los edificios,
las plazas, los boliches
todo se ha destruido
por una visión foránea
que pretendieron instalar
Nos han invadido otras culturas,
han degenerado nuestros hábitos
e irrumpido en nuestra Nación,
con modales desgraciados,
con expresiones extrañas,
que tuvimos que aceptar;
la violencia se ha instalado
y la inseguridad propagado
Es la inocencia perdida
la que me apuñala el alma
y los valores dispersos
por la barbarie ganada,
los ideales bastardeados
en nuestra inocente pretensión
de querer avanzar hacia
“una grande y gloriosa nación”
Estimulo, induzco, promuevo, exijo
la cultura del trabajo, el arte nativo
la educación permanente,
los derechos que nos fueran ultrajados,
Soy un fantasma perdido
en la inmensidad del tiempo
y desde allí proclamo
el renacer inmediato
de nuestra cultura arruinada.
CARLOS A. BADARACCO
8/8/1999
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