(Un pueblo perdido)
Sueño todavía con la misma vida,
aquella que una vez viví en “La Salamanta”,
un refugio para la luz y la esperanza,
un abrigo para el sentir y la alabanza.
Estoy allí, como encendido, casi perdido,
la misma vida me llevó tan lejos
para creer en mí, en mi camino,
en la efímera firmeza de la arrogancia.
“La Salamanta” un pueblito extraviado en la lejanía,
donde el hombre es hombre por su gallardía,
su candor y su coraje se asoma como triunfante
en esta vida de lucha y acuciante,
un trajín de pecho desprendido
de sentir orgulloso y consentido
que encierra la hombría de un gentío
que se levanta orgulloso por sus valores.
Temprano hacia el trabajo en los albores,
tarde en su hogar pleno de optimismo
por su dignidad, por su altruismo
por sentirse henchido en su honradez
en sus mismos principios, en su altivez.
“La Salamanta” pueblo de gigantes
de nobles principios, de ideales
¿quién podría semejarles?
son ejemplo de notables
hacedores de un futuro
de fortaleza, de principios
de honores exaltados, enaltecidos
de bondad y temple de acero en sus destinos
30/06/09
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