Amanece,
el día aparta las sombras,un lucero brilla en el alba.
¡Qué dulce amanecer!,
se esbozan los trinos,
las aves se desperezan.
Las últimas sombras
se pierden en el horizonte.
El sol ilumina la vida;
como espadas centellanteslos furtivos rayos se lanzan,
y los árboles comienzan
sus danzas amorosas,
hierba fresca con rocío mañanero.
Ni un ocaso se percibe;
todo es vida, incluso la muerte,
lazos de esplendor danzan alborotadosNacen los albores en el día que ya se siente.
Solamente vida, solamente amor...
en una presencia de naturaleza incipiente
y una luz elocuente se levanta
como símbolo divino de armonía y amistad.
CARLOS A. BADARACCO
9/4/11
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