miércoles, 25 de mayo de 2011

NOCHES MUNDANAS de CARLOS A. BADARACCO

IMAGEN EXTRAÍDA DE GOOGLE





Un tiempo que pasó, una lágrima que cayó,
los ojos empapados proclaman una angustia,
es un presagio, una argucia.
Se preparan los duendes de la noche
para poblar la ciudad sin un reproche,
vuelan por los aires de mi tierra,
vuelan como eternos caudillos
de la nostalgia y la melancolía.
Se vierten en el aire aromas de pueblo,
aromas de desvelos, de risas y llantos lejanos
que sufren retiros en tiempos y distancias.
Se acercan facciosos los duendes
presagiando momentos de locura;
la noche se viste de carruajes
que surgen de recuerdos y de oleajes.
Vívidos instantes de pasiones
se esbozan sin quererlo pero surgen.
Las paredes traslucen los gemidos
de enlaces y de sesgos de pasiones
que arden en las noches enloquecidas,
arden sí, más allá de la locura,
de fiestas e instantes de holgura,
se refugian sin piedad en cada pecho,
hay heridas que visten sumergidas
las más indiferentes perversiones,
no importa son nuestras las intenciones
de vivirlas sin más que la demencia.
¡Ay! Buenos Aires, que tierra la tuya
la nuestra, la de aquellos, los forasteros
que pretenden transformar tu alegría
en medrosos gimoteos de nostalgias.
¡Ay! Buenos Aires, cuándo te comprenderán,
cuándo habrán de entender tus proclamas,
tus afrentas escarnecidas por lo foráneo.
Tus días de desvarío nunca terminarán
son como las algas del mar
se arrastran languidecidas por las profundidades,
como luciérnagas entumecidas por el invierno,
como la alondra que reniega en los pastizales.
Buenos Aires, te siento mía, te siento dentro,
te siento clavada como un puñal acá en mi pecho.
CARLOS A. BADARACCO
12/3/11
(DERECHOS RESERVADOS)

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