INTROYECCIÓN
Mírate a ti mismo, mírate y júzgate,
no eres tú el que antes eras,
no encierra tu espíritu la misma alegría,
aquella con que al mundo mirabas
tan plácidamente desde tu más tierna juventud,
Mírate en lo profundo de tu ser,
allí donde estás en toda tu inmensidad.
Recógete y vuélcate a la realidad de hoy,
sorprende al mundo con tus valores más profundos.
No eres tú ni lo serás sino te introyectas.
Mírate a ti, dentro de ti
y encontrarás un amor dormido,
el mismo que declamaba tus deseos
y hoy llevas reprimido.
Un cuajo dormido se menea en tu pasado
y no te permite trascender, pues la culpa te somete
te atasca y te anula cual terrible amargura.
Mírate, allí estás perdido en la vastedad de tu mismo ser;
reniégate y difúndete
como antaño cuando recurrías desde tu interior,
a la pureza de tu mismo ser,
aquel que eras y el que es, y no ves
Mírate, introyéctate, recógete
y levanta orgullosamente tu espíritu indómito,
vuelve a ser, despliega tus alas cual cisne altivo,
sin miserias, ni aflicciones dañinas,
sin tribulaciones ni arrebatos oprimidos
Así como fuiste y serás,
auténtico, audaz, lúcido y gentil.
Descubre tu señorío altanero vedado injustamente;
que atruene el león que llevas oprimido,
con su bramido acallado y dormido,
Despierta arrogante de tu pasado orgulloso
Y se tú, el que eras, aquel que fue y debe ser
CARLOS A. BADARACCO
5/5/09
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